Perdonamos, pero no olvidamos

Se cumplen 16 años de la matanza de Srebrenica, Bosnia. El 11 de julio de 1995 más de 8000 hombres fueron asesinados en la mayor masacre europea después de la Segunda Guerra Mundial. Los dos máximos responsables del genocidio fueron  el Presidente de la República Srpska, Radovan Karadžić, y el Comandante Jefe del ejército serbobosnio, Ratko Mladić finalmente capturados por el gobierno serbio tras años de presión de la comunidad internacional.

Yo tenía 16 años la primera vez que fui a Sarajevo y todavía sigo conmocionada. Todavía puedo ver en mi cabeza los kilómetros y kilómetros de tumbas a lado y lado de la carretera y los campos deportivos convertidos en cementerios porque no había suelo firme sin minas donde enterrar a las víctimas. Puedo recordar a chicos jóvenes con armas tomando muchas drogas para olvidar los horrores que habían visto. Per, aun así en medio de una ciudad-colador de tantos disparos de bala como había en las paredes e impactos de obús en el suelo, sólo pienso en las personas que allí conocí, en las historias de valentía y superación que me contaron, en los girasoles creciendo por encima de esos campo-cementerios y en la belleza de su gente y de ese paraje verde, fresco y singular como es Bosnia. El olor de Baščaršija emmascara la trajedia junto con los cigara i kahva como canta Dino Merlin en Burek.

Hoy un acto ha enterrado a 613 hombres sacados de las fosas comunes para sepultarlos dignamente a las afueras de la población. Hoy dedico mi humilde y breve escrito a la experiencia que hizo de mi una mejor persona, porque no me gustaban las guerras, no me gustan y seguirán sin gustarme. Sólo hay que luchar con una misma para la paz interior y exterior.

Hoy dedico mi entrada a Sandra Redžepović, a su mamà y a todas las mujeres que vivieron esa mierda de guerra con 2 ovarios.

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