Una mujer a los 35 años tiene un 40% menos de posibilidades de quedarse embarazada. (O eso dicen)
No quiero hablar del reloj biológico, sinó del sociológico. Término inventado para referirme a los comentarios que recibe una mujer de 30 años acerca de su futura maternidad. Ya no le preguntan qué va a estudiar, de qué va a trabajar, dónde va a vivir o quién es este con el que sales. Se supone que todo esto ya lo tiene que tener resuelto.
(Disculpad, hablo con vocablo heterosexista, en el caso de una pareja de dos chicas, el acoso se dobla.)
Las preguntas son: ¿Para cuando me haces abuelo/a?; ¿Ya estás en ello?, te veo más gorda… Mira la “tal” con tu edad ya tiene 2; eres mujer y es tu función en la vida, se te va a pasar el arroz… Pues bien, una mujer a los 30 años puede tener más objetivos que limpiar cacas y no dormir. Pero parece que es egoista decir eso y elegir otro camino. En todo caso no parece ser una elección muy libre…
El hombre no se topa con el techo de cristal que la mujer tiene, no ve peligrar su puesto de trabajo si se queda embarazado, pero también se enfrenta a otras cosas: O se hace una prueba de parternidad o no se puede afirmar que el bebé sea suyo; le felicitarán en caso de embarazo positivo por su puntería, porque claro, el sexo es el mejor de los deportes; le darán baja paternal inferior a la maternal y cuando pasee a su bebé por la calle y le limpie el chupete cuando se ha caído al suelo pensarán las mujeres “qué mono” como si fuera una proeza… (de una mujer se presupone que hace esas cosas por instinto)
Una mujer debería poder ser madre cuando le viniera de gusto, pero no es posible. El reloj biológico no ayuda, el sociológico menos. Las presiones te rebelan de tal modo que te entran ganas de decir que eres estéril o adoptar por el bien de la infancia que lo necesita más que traer a otro ser humano a este mundo tan simpático; estar sin pareja complica mucho las cosas, estar con una pareja immadura o uno que tiene más ganas que tu, tampoco, ayuda así que quedan pocas opciones. Seguramente la situación económica no acompaña, todo ello pueden ser excusas o una bomba de relojería…
Parece que concebir lo podemos hacer sin tener en cuenta qué clase de trato y educación vamos a dar a nuestra infancia. Tantos exámenes, tantas leyes, tantos controles, etc. Si fuera profesora de mater/paternidad quitaría muchos permisos por incompetencia, por no saber querer, por no saber valorar, por ejercer abuso de cualquier tipo ante otra personita. Pero la natalidad no se controla en términos de salud emocional de las famílias. El Vaticano prefiere que no se usen condones y que el coito sea sólo reproductivo, como los conejos./as. Se valora más que un bebé vaya a parar a una família “normal” que a una de hombre-hombre/mujer-mujer, aunque estos últimos duetos le cuiden mejor que el papá y la mamá que no para de gritarse cada noche…
Es un gran tema para reflexionar.
Puede que seas una mujer que no quiere que nada le crezca dentro, que valoras más tu vida que ver crecer la de esa semillita que t e han plantado o que la cigueña de París te ha traído a la que como no le cortes el cordón umbilical emocional dependerá de ti hasta que te mueras; puede que no quieras ser madre, ni abuela porque prefieras la fiesta y viajar, o tu vida rutinària de siempre; O puede que quieras sentir la experiencia de dar a l uz; de que te traigan un dibujo del colegio y te lo cuelgues en la nevera con una súper sonrisa; que te digan “gracias mamá por ese buen consejo que me diste”, que te abracen y te hagan sentir que puedes con todo en la vida…
En todo caso, lo importante es que no te sientas útero-juzgada, que hagas lo que desees, lo hagas con coherencia y que sepas que puedes cambiar de opinión.
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